miércoles, 30 de abril de 2014

La piedra llorosa

   En la calle San Laureano, se encuentra este montículo que pasa desapercibido para la mayoría de los viandantes que pasan por alli, yo muchas veces me he sentado allí, sin saber la leyenda que esa piedra esconde.


   En 1857, reinado de Isabel II y gobierno de Narváez, primera guerra carlista, motines y cuartelazos, un grupo de jóvenes, utópicos liberales sevillanos, capitaneados por el coronel retirado Joaquín Serra y dirigidos por Cayetano Morales y por Manuel Caro decidieron alzarse en armas. Organizaron una partida fulastrona, que el 29 de junio se echó al monte camino de Ronda, cometiendo diversas tropelías en El Arahal y otros pueblos. En Benaoján los alcanzaron las tropas de los regimientos de Albuera y de Alcántara. Los utópicos sublevados apenas dispararon un tiro, mientras las tropas les hicieron 25 muertos en las primeras descargas, y prisioneros a todos los supervivientes. El lance costó el cargo al gobernador y al capitán general. Madrid envió con plenos poderes, civil y militar, a un duro comisionado de Narváez, don Manuel Lassala y Solera, quien sin que le temblara la mano mandó fusilar a los 82 detenidos, presos en el cuartel de San Laureano. El alcalde García de Vinuesa pidió en vano su indulto. Llegada la mañana del 11 de julio, fueron sacados de San Laureano y llevados a la Plaza de Armas del Campo de Marte para ser fusilados. La misma Sevilla novelera que acudía a la plaza de San Francisco a los autos de fe llenó las afueras de la Puerta de Triana para ver el fusilamiento. Sacerdotes y hermanos de la Caridad ayudaban a bien morir a los muchachos, que no acababan de creerse que aquellos soldados los fusilarían.

   Terrible Sevilla. Terrible España. En aquel espanto llegó el alcalde García de Vinuesa con dos alguaciles, en un último e inútil intento de salvarlos. Redoble de tambores. Suena la descarga del piquete de ejecución. Disparos de muerte. Y más horror: unas balas perdidas rebotan y matan a dos zagalones que han subido a un árbol a contemplar la macabra escena. García de Vinuesa, entonces, se fue hacia la Puerta Real. Desolado. Derrotado. En una esquina halló una piedra. Se sentó en ella. Todo un hombre, alcalde de la cruel ciudad, rompió en llanto. Sobre aquella piedra, García de Vinuesa lloró la muerte de aquellos sevillanos fusilados. Los alguaciles que lo acompañaban lo oyeron lamentarse una y otra vez, pañuelo en mano:

-¡Pobre ciudad, pobre ciudad!

   
   En los Humeros, desde entonces, a aquel sillar de las afirmaciones y lágrimas de García de Vinuesa llamaron La Piedra Llorosa.  Como una reliquia se ha conservado a lo largo del tiempo.  


   Afortunadamente, la Piedra Llorosa se salvó, para que hechos como los de su trágica leyenda no se repitan en esta pobre ciudad... Pobre ciudad.





   Ya no veremos este montículo como una piedra, sino como parte de la Historia de esta ciudad... Un beso desde la orilla del rio...









votar

5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo. Pobre ciudad que a dia de hoy ha sido calificada, en el teledirio como la ciudad ,hoy dia,mas insegura del pais es Sevilla junto con Córdoba y Las Palmas de Gran Caa. ¿Qué te parece? vivir para ver

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya lo dice bien claro mi compi, Antonia.

      ¡Qué entradas tan interesantes como curiosas nos regalas!

      ¿sabes que eres una artista con las fotos?


      Bueno, en mi blog, te he dejado una cosita, pásate cuando puedas, guapetona.

      Me gustaría saber tu nombre-

      Enhorabuena, trianera.

      Besos.

      Eliminar
  2. Antonia y Maricarmen, fijaros que me ha costado trabajo encontrar la dichosa piedra, y mirad que estoy harta de pasar por alli, incluso me he sentado muchas veces en ella, claro está que no habia la placa esa...
    Maricarmen, gracias por el premio... un beso para las dos

    ResponderEliminar
  3. Gracias a aportaciones de calidad como esta, donde nos cuentas un poquito de la historia de esta ciudad, cada día aprendo algo nuevo. Tu ya sabes lo que pienso de tu blog y del magnífico trabajo que haces; por eso mismo te vuelvo a felicitar, y te ruego encarecidamente que continúes así.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a vosotros Manuel, por los áminos que siempre me dais y por acompañarme, que hace que cada paseo que doy por Sevilla merezca la pena. Un beso

      Eliminar